Regreso de redadas contra migrantes en EE. UU. genera terror entre los trabajadores del campo
En Florida vive una de las mayores poblaciones de inmigrantes en situación irregular, se estima en 1,2 millones
La ofensiva migratoria en fincas, construcciones y carreteras en Florida (EE.UU.), que se ha extendido por varios meses ha generado un clima de terror entre los trabajadores del campo en ese país.
Según grupos de defensa de los inmigrantes, un ejemplo de ellos se puede observar en la zona adyacente a los Redlands, en la ciudad de Homestead, donde 70% de los habitantes son hispanos y vive la mayoría de los trabajadores agrícolas de la región».
Simplemente, el miedo ha entrado a los hogares. Muchas personas evitan salir de las casas a trabajar, llevar los hijos al colegio o ir al médico por temor a ser detenidos, explican los residentes, capataces de fincas, administradores, dueños de viveros y activistas de inmigración.
En Florida vive una de las mayores poblaciones de inmigrantes en situación irregular, se estima en 1,2 millones.
Aproximadamente la mitad de los trabajadores agrícolas en el Estado son inmigrantes, y casi la mitad son indocumentados, según los grupos de investigación.
Saúl Alemán, un propietario de viviendas en Homestead, tiene inquilinos que son inmigrantes indocumentados que han dejado de ir a trabajar por temor a ser detenidos.
En sus propiedades ha creado un “plan de acción” que incluye cámaras de vigilancia “en caso de que llegue inmigración”, explica.
Algunos de sus inquilinos, que describió como personas muy honestas y trabajadoras, están atrasados en el pago del alquiler.
“Si no tienen que salir por absoluta necesidad, no lo van a hacer”, dice Alemán, de 32 años, que también es activista proinmigrante y se hizo ciudadano estadounidense gracias al programa DACA, para hijos de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños.
“Imagina que tengas un niño enfermo y tengas que decidir si lo llevas a urgencias, y te arriesgas a que te detengan, o quedarte en casa y rezar porque se mejore. Eso no debía estar pasando en esta comunidad”, cuenta Alemán.
En TikTok, Instagram, Facebook y otras redes sociales abundan las publicaciones con avisos sobre la presencia de autoridades de inmigración en carreteras, barrios, o fincas de la zona, con hashtags como “ice”, “deportación” o “inmigración”. “Alerta Migratoria – 12:34 AM.
«Hemos recibido inteligencia de que ICE está haciendo checkpoints por el área de Robert Is Here y Benito Juarez Park. Tengan mucho cuidado. Pasen la palabra”, informa una publicación en Facebook que ha sido compartida más de 100 veces en menos de 48 horas.
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Testimonios
Nedardo Viegues, de 30 años, que ha vivido siempre en los Redlands, dice que nunca había visto una situación como la de ahora.
Como muchos en la zona, trabaja en un vivero que fundaron sus padres.
El negocio es pequeño, y ahora se enfrentan a “una situación dura” por la falta de empleados. “Dependemos de los inmigrantes, eso es la agricultura”.
A su vivero llegó una patrulla la semana pasada. “Hay mucho Border Patrol en áreas que se sabe que usan los inmigrantes, las calles de atrás, donde saben que transitan. Saben dónde ir a buscarlos, en los trabajos que nadie quiere”, apunta Viegues.
Los salarios en los viveros oscilan sobre 13 dólares la hora, el salario mínimo en el Estado. Por ese dinero, no hay muchas personas en el área dispuestas a realizar las duras tareas del campo bajo el implacable sol de Florida.
Muchos de los empleados, cuenta un encargado que prefiere no decir su nombre, llevan muchos años con ellos.
Son “personas buenas y trabajadoras”, pagan sus impuestos, no tienen antecedentes criminales, tienen hijos estadounidenses, explica. Entre ellos “siempre ha existido temor a inmigración”, pero ahora el miedo “es extremo”.
Uno de los servicios más afectados ha sido el de la jardinería, porque las brigadas tienen que salir en camiones que llevan maquinarias que son fácilmente reconocibles, y están siendo objetivo de las autoridades migratorias.
La situación se repite por toda Florida, en negocios agrícolas de todos los tamaños, dice Ernesto Ruiz, coordinador de la Asociación de Campesinos de Florida (FWAF, por sus siglas en inglés). Desde 1983, la asociación aboga por protecciones fundamentales y condiciones laborales dignas. Tiene unos 20.000 miembros.
“Florida es el Estado que más produce en agricultura. Junto a California, es uno de los principales motores económicos [del país]. Es contradictorio que tenga una política antiinmigrante”, cuenta Ruiz.
El Departamento de Agricultura estima que Florida genera cerca de 9.000 millones de dólares anuales en hortalizas, viveros, ganadería y cítricos, más que cualquier otro Estado.
La contradicción a nivel nacional es evidente y solo genera confusión. La semana pasada, el presidente Donald Trump pidió detener las redadas migratorias dirigidas a inmigrantes indocumentados que trabajan en el campo, plantas de procesamiento, hoteles y restaurantes, a quienes llamó “trabajadores muy buenos y de larga trayectoria”, tras escuchar las presiones de esas industrias.
Menos de una semana después, el Gobierno dio marcha atrás y pidió recuperar las redadas en el campo. El Departamento de Agricultura calcula que cerca de la mitad de los casi dos millones de trabajadores de la agricultura en Estados Unidos carece de estatus legal.
Griselda Payne, que trabaja en la oficina de la Asociación de Agricultores en Apopka, en el centro de Florida, “la capital mundial de las plantas ornamentales”, cree que los trabajadores agrícolas han sido históricamente uno de los grupos sociales más vulnerables, a menudo explotados, expuestos a pesticidas dañinos, calor extremo, y abusos sin protecciones legales. A veces no les pagan sus salarios y hay víctimas de trata. “Florida es uno de los peores Estados para vivir como campesino inmigrante”, asegura Payne.
Su oficina “siempre está llena, pero últimamente no van muchas personas por el miedo”. En la zona se ven plantaciones completas abandonadas, cosechas que se van a desperdiciar. Una mujer llamó esta semana desesperada buscando ayuda porque estaba sangrando y no sabía qué hacer. “No quería ir a urgencias”, cuenta Payne.
Muy duros con Florida
El impacto de la política migratoria de la Administración Trump, que ha prometido deportaciones masivas, ha sido particularmente dura en Florida.
“En otros Estados, los gobernadores y alcaldes están más pendientes de las necesidades de los inmigrantes. Muchos campesinos se están marchando a esos Estados”, apunta Ruiz.
En California, el gobernador demócrata Gavin Newsom se ha enfretando abiertamente al presidente Trump por enviar soldados a contener las protestas contra su política migratoria.
En Florida, en cambio, el republicano Ron DeSantis ha impulsado una galopante agenda antiinmigrante que parece ir más avanzada que la nacional. Una ley impulsada por DeSantis impuso sanciones severas a quienes empleen inmigrantes sin autorización.
También se han realizado cientos de arrestos en complejos operativos coordinados entre departamentos de policía locales y agencias estatales y federales, como la Patrulla de Carreteras (FHP), La Patrulla Fronteriza (CBP), y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), bajo un programa conocido como 287(g).
DeSantis y su fiscal general, James Uthmeier, han impulsado el programa, con el que lograron más de 200 acuerdos desde comienzos de año, el mayor número de todo el país, incluyendo uno con la policía de ciudades de mayoría inmigrantes, como Miami, Doral, y Homestead.
Con información de El País
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